martes, 31 de julio de 2012

Pero a vos...

...¿Te parece? La duda de su amiga le entraba por los oídos directo al cerebro que frenaba en seco y decía: me parece. Estaba tratando de explicar algo complicado, sin lógica. Los hechos hablan, a la vista de cualquier observador la cosa no tenía otra salida que caer de nuevo en lo mismo. Una chica linda, tal vez no tanto, lo que se dice copada (tal vez no tanto), que parecía ser una cuestión de entretenimiento sano como para levantarse el ego mutuamente con un par de palabras bonitas y otros tantos "como te daría, pero no..."
La cosa se puso turbia cuando lo divertido pasó a ser sincericido, cuando otra persona, otro amigo, le hizo la misma pregunta: ¿te parece?
Qué necesidad de meterse en un ida y vuelta de propuestas y reprogramaciones, de contestar o hacerse el boludo, de entrar donde no lo invitan y ese tipo de cosas. En el transcurso lo piensa seriamente, no vaya a ser cosa que... Se da cuenta de golpe que el error ya está cometido, que la exposición, sin llegar a ser máxima, desnuda su talón de Aquiles. No le va a dar nada más que ese juego de egos, piensa que tal vez no sea del tipo mala leche, pero nada bueno puede salir de eso. No vale la pena al fin y al cabo. Mejor auto preservarse y seguir siendo él mismo que así la cosa viene funcionando. Todo descartado. La vida sigue el rumbo que sólo él elije y para a observarse seguro de que fue una cosita, algo que pudo haber evitado, un capricho en el mar de posibilidades que es Buenos Aires. Nada grave. Todo pasajero.
Faltaba dar el golpe de gracia, recordemos que llegó a plantearse si no se le estaría yendo la mano. Un encuentro, demostrar que para él ella es un poco más que nada, pero no mucho más, que vos te lo perdés, que vas a ver que sos una gila. El como siempre quiere tener razón y todo indica que la tiene una vez más.
Se olvidaba el pequeño detalle, el talón de Aquiles, esos ojos marrones casi negros, que miran directo cuando les hablan, que la luz de la lámpara colocada estrategicamente para leer ahora le da un aire sepia que no puede comparar con nada. Intenta disimular, busca en su cabeza situaciones parecidas para poder decir "es más de lo mismo". Quiere saber lo que va a pasar, quiere manejarlo todo, tener el control, ya no de ella, sabe que esa es una causa perdida a estas alturas. Lo intenta casi descaradamente. 
Se da cuenta que son las 5 de la mañana del martes y sigue despierto. Que sus ansias de controlar la situación se devaluaron en ansias de no pensar. Que no la tiene tan clara. Que no la entiende y que lo grave es que así y todo siga pretendiendo un lugar ahí. Que las horas siguen pasando. Que a ella el vino le queda mejor de lo que pensaba. Que él no quiere otra cosa. Que ella quiere otra cosa. Y en definitiva, es la que maneja.
 

miércoles, 11 de julio de 2012

Atemporales




Y toda esa gente que se quedó a destiempo. Se zarpó de verano, lo estiró a más no poder y ahora, ¿y ahora? Se vino el frío papi. El individuo sigue haciendo malabares de jueves a sábado para encontrar una linda señorita que quiera compartir cama, el frío se complica sino. Pero no es una cuestión masculina exclusivamente, ella da un poco de lástima también, cagandose de frío, enseñando sus piernas (que nada mal están) a quien le muestre un poco de cariño educado, tampoco es cosa de irse con el primer albañil que le grite desde la obra de al lado. No sólo está hermosa en el bar, se pone linda para ir a la facultad (la uba es grande, nunca sabes cuando te pueden sorprender), está conectada 25 horas por día, expectante y con su sonrisa preparada ante cualquier mirada en el trabajo (el motoquero ya no se ve tan mal).
Para ambos ya no se ven tan pesadas esas personas que se pusieron pesadas en enero, para ninguno estaría mal resignar un poco de su preciado espacio. A fin de cuentas ese espacio siempre fue una gran gilada que no creían, pero que respetaban para que el otro no les rompa tanto las pelotas.
Mientras ella se acuesta, tapada hasta la nariz, temprano y con su uniforme de chica no sexy, se alegra un poco de no tener que depilarse y enciende la tele lista para disfrutar del prime time.
En su casa, él, sigue con la ropa del trabajo, piensa en que no se le pasen los fideos mientras busca alguna peli interesante en cuevana, le encanta que nadie le reproche su olor a pata.
Se sienten bien, pero una cuchara no vendría nada mal.
Ella termina la novela, se prende un porro y se queda releyendo su libro favorito de Camus.
El se prepara un fernet y se dispone a disfrutar 90 minutos de autos, explosiones, minitas, tiros, y esas cosas.
Antes de dormirse, cualquier persona en esta situación añora. Primero añora a su ex, hasta que se da cuenta que añora casi a la totalidad de personas con las que tuvo sexo alguna vez, luego pasa a añorar directamente el sexo, luego el viaje que hizo hace unos meses, para terminar añorando simplemente un cigarrillo olvidado en el living.
Y así siguen los atemporales, tan cancheros ellos.  Extrañando lo que todavía no tienen.