miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tangos oscuros

El nervio central del estómago sube como sube cuando subimos a una montaña rusa. Las cosas parecen más claras, o se nubla de repente. Se extraña, se recuerda, se reprocha. Se entra y se sale. Se pregunta muchas veces ¿Qué hago?¿Qué hacemos?¿Es esto como lo veo? Que estoy viendo doble no cabe duda. Que esto no es planeado tampoco.
Formamos sin querer un tango que no nos agrada tanto. Esta vez no bailamos desnudos aunque intentemos quitarnos la ropa. Estamos vestidos de pudor, miedo, culpa, nostalgia. Estamos vestidos, necesitamos desnudarnos. Ser piel y cuerpo, ser pelo, sudor, manos, cinturas, ser nosotros sin nada.
Una linea de luz se filtra por la persiana, baja por tu cara y divide tu cuerpo en dos mitades oscuras. Te puedo reconocer en la oscuridad, lo sabes. Me sabes como nadie en la oscuridad ¿Es necesario todo esto? Cerremos los postigos, probemos siendo como queremos, desnudos, conociéndonos más que nadie. Probemos.

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